viernes, diciembre 30, 2005

Un Diamante en el vacío IV





Las horas pasaban y ya casi era tiempo de zarpar, todos estaban ya en sus puestos, con los motores a punto y los sensores al máximo. El coronel Rabukov estaba sentado en la silla de comando, esperando la señal para poder partir y finalmente alejarse de todo, mientras aguardaba se puso a observar el puente de mando de la Executor. Era un lugar amplio, con un gran mirador de titanio transparente a manera de vidrio, en el se proyectaban los datos de las estrellas y la distancia a los objetos próximos a la nave, es decir, era una ventana grande y una pantalla a la vez. Su asiento estaba en medio de la gran sala. Amplio, cómodo, sentía la sensación de abrigo-le hacía recordar a su viejo sillón- y con un par de pequeñas consolas de mandos a sus lados -En los días que estuvo en el cuartel esperando para abordar la nave en donde ahora estaba, había estado revisando los registros de la mayoría de los tripulantes, pero curiosamente no había visto el historial de la teniente Takamura.- en la parte de adelante estaban los puestos de los navegantes uno de los cuales tenía el rango de mayor y tendría unos 30 años de edad, de tez blanca, muy blanca. Venía de las colonias marcianas y en su récord se resaltaba su gran habilidad como piloto de cazas y de grandes embarcaciones en situaciones de combate, se llamaba Oscar Rottero. El otro navegante era algo menor que el mayor Rottero, con la piel cobriza su principal característica era haberse especializado en misiones de acercamiento furtivo, su nombre era Ricardo González. Alid Al-hashim, oficial táctico y jefe de seguridad era una mole de dos metros de alto, capacitado en varias formas de defensa cuerpo a cuerpo, manejo de armas e infiltración, venía de una ciudad submarina, la primera que se fundó hace unos cien años, llamada, por motivos obvios, Atlántida. En la sección de comunicaciones estaba un lingüista de amplia trayectoria; era de mayor edad en el puente, tenía el rango de teniente comandante, era Rafael Hans Vormen. El segundo al mando era el comandante Maximilian Fokker, un gran miembro de la tripulación, coincidentemente ya había trabajado con él en anteriores misiones, era lo más cercano a un amigo que tenía en la flota. Venia de la colonia de Rasmus IV a un par de pársec se ahí, un bonito planeta tropical, parada obligada a los turistas que querían gozar de un ambiente libre del ruido de la Tierra. Él estaba sentado en un lugar mas chico que el coronel situado a la mano derecha de asiento de mando.

-Hola Max, es un gusto volver a trabajar contigo-dijo el coronel dándole una palmada en el hombro.
-Lo mismo digo coronel-respondió con una sonrisa.

Luego de las presentaciones del caso, el timonel dijo:
-Señor, una transmisión del comando central, es el general Carson.
-En pantalla-ordenó Alexander.
-Alex. Esta transmisión es para decirles un par de cosas: mucha suerte en esta empresa, recuerden que deben mantener silencio radial al máximo, sólo en caso de importancia extrema. Yo sé que sabrán hacer su trabajo, es por eso que están en esa nave ahora, por ser los mejores en su campo. Y ahora… -guardó un silencio dramático- ya pueden zarpar. Dios los acompañe.
-Gracias general Carson, siempre es un gusto escucharlo. Ya nos encontraremos cuando regresemos a casa.
-Bien Alexander. Adiós.
-Adiós Señor.

Y la imagen del general se desvaneció para dar paso a la profundidad del espacio.

-Bien señores, es hora de partir- dijo el coronel.
-Soltando amarras- Era Rottero, el timonel principal, quien hablaba.

La Executor comenzó a moverse pesadamente fuera del astillero. Una vez que estuvieron a una distancia segura fuera de éste, el coronel Rabukov comenzó a dar las órdenes respectivas.

-Señor González, trace curso a la frontera con el espacio Dell’Tok velocidad cinco.
-Ruta trazada coronel.
-En marcha.

La nave desapareció de la vista zambulléndose en un destello fugaz, rumbo a su difícil misión.
Media hora después…

-Coronel, estamos recibiendo un pedido de auxilio- dijo uno de los navegantes.
-¡Por Dios!- se lamentó Alexander- ignore la llamada y activen el dispositivo de ocultamiento… pero… ¿Qué nave es? ¿De que se trata la llamada?
-Es una nave carguera, coronel. Sus sistemas vitales están fallando, y no les queda más de una hora de oxigeno.
-¿Hay alguna nave en las inmediaciones?
-No señor- respondió Rottero.
-Bueno, Sr. Al-Hashim, retire el dispositivo de ocultamiento. Sr. González, trace curso de intercepción a esa nave.
-Curso trazado, señor.
-Bien, velocidad diez… en marcha.


(continuará...)

jueves, diciembre 29, 2005

Soy un elfo

Which Fantasy/SciFi Character Are You?



Soy un elfo... y para remate el más conchán de todos.


Elrond

A stern yet benevolent organizer who often knows best, your wits are keenly fixed on aiding efforts you deem worthy.

Now at this last we must take a hard road, a road unforseen. There lies our hope, if hope it be. To walk into peril to Mordor.

Elrond is a character in the Middle-Earth universe. TheOneRing.net has a short biography.

lunes, diciembre 26, 2005

Torturados strikes back! Despues de 10 a�os el mejor grupo del universo se reunio por motivo de las navidades. No sabemos cantar... pero si tocar... disfrutenlo! porque ese video pasara a la historia. ¡Ojo! este video tarda un huevo en cargar porque es pesado; unos 15 minutos a una velocidad de conexion de 600kbps

Dedicado a quien lejos esta.

say no more

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jueves, diciembre 22, 2005

Esta vieja calle por la que se solía caminar... ahora está sola
Cuando te vayas.

Este es un peque�o homenaje para quien se va. Aunque no deba hacerlo luego de mutuas y continuas mandadas a la M... Pero, ah� est� todo; a pesar de todo... igualito. Y s�. Te voy a extra�ar como mierda (aunque lo niegue)

Cuando Te Vayas
Sui Generis

Te dare algunas cosas cuando te vayas,
y anillo y tres rosas cuando te vayas.
Y una copa de vino,
tomaremos los dos,
antes de que te vayas, te vayas vos.

Y te dare una nube cuando te vayas,
me veras en el cielo cuando te vayas.
Y si sopla buen viento
ella se ira con vos
remontando mis penas cerca del sol.

Y te dare palabras cuando te vayas
para que vos las guardes cuando te vayas,
y aunque al querer decirlas
se te quiebre la voz,
golpearan en tu pecho y en mi cancion.

Y te dare mi sangre cuando te vayas
para que vos la guardes cuando te vayas,
y esa sangre en tu cuerpo
se convertira en flor,
y asi cuando te vayas me ire con vos.


Buen viaje... aunque sienta morir.


say no more(tm)

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lunes, diciembre 19, 2005

Cita en el quir�fano
by Panda

Song details
Name Cita en el quir�fano
Artist(s) Panda
Album(s) Para ti con desprecio (2005)


Si tan solo pudieras entender
mil veces te lo explicare otra vez
eres tan buena pretendiendo que estas bien
evitar palabras de mas excusas inventar
poderte tocar no puedo parar
te juro que yo no puedo parar

Si hola no te hubiera dicho yo
jamas tendriamos que decir adios
no me mereces yo soy mucho para tu corazon
esta discusion a nada llegara
pues no haces ni el minimo esfuerzo
dejame dejame opinar

Tenemos una cita en el quirofano
vendra el doctor me aplicara cirugia
me sacara el corazon transplante de corazon
ahi te va mi dolor..

mentiras dijiste saber por que
es algo que siempre eh querido saber
inventare algun castigo para hacerte sufrir
las cosas no se van a quedar asi
permiteme hacerte sufrir por favor
pues no existe el amor

tenemos una cita en el quirofano
vendra el doctor me aplicara cirugia
me sacara el corazon transplante de corazon
ahi te va mi dolor..

robame el dolor quiero que sepas que se siente
para que me pidas perdon

tenemos una cita en el quirofano
vendra el doctor me aplicara cirugia
me sacara el corazon transplante de corazon
ahi te va mi dolor..
transplante de corazon
ahi te va mi dolor..

Ultimamente este grupo me esta gustando muchisimo. jojojo

say no more!

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viernes, diciembre 16, 2005

Un diamante en el vacío IV


El sonido de una llamada entrante inundaba el departamento que hasta hace cinco días compartieron Raquel y Alexander, pero nadie contestó. Y la computadora tomó el mensaje:
-“Espero que algún día puedas perdonarme querido Alex, estas cosas pasan de un momento a otro. No pude y no quise evitarlo… por favor, perdóname.”
Y el departamento volvió a su inerte estado.

Raquel salió de su oficina en el diario. Una noticia grande se cocinaba y ella quería tener la primicia, pero no sabía por donde comenzar, toda la información que tenía provenía de un informante en el comando central el cual no conocía personalmente, sólo por correspondencia desde cuentas anónimas y llamadas a su número personal desde números ocultos.
Llegó al café donde se había citado con Ernesto para almorzar y ahí estaba él esperándola con cara de pocos amigos.
-Te estuve esperando casi diez minutos- dijo secamente.
-Disculpa mi amor, tuve que hacer unas llamadas importantes. Pero ya estoy aquí- y sonrió al decir eso.
-Bien. Ordenemos que estoy hambriento y tengo que volver a la casa en media hora.
Luego de unos minutos el mozo llegó con sus platillos. Almorzaron en silencio, Raquel lo miraba mientras comía, por un segundo fugaz recordó cuando comía con Alexander y pasaban el tiempo charlando y él la miraba con los ojos abiertos mientras Ernesto no le había dicho ni un “¿Cómo estás?”, pero Él es así se dijo a si misma, él es a quien amo y ahora no tengo razón para ocultarlo.

Ernesto vivía en la ciudad desde hace un par de años y su pasado era un misterio, nunca quiso hablar de ello con nadie y cuando alguien se lo preguntaba rompía en furia. Al poco tiempo de haberse instalado en la metrópoli conoció a Alex en una tienda de música, en una de las pocas que quedaban en toda la urbe; al poco tiempo se hicieron grandes amigos, pero él nunca le habló de su vida antes de llegar a ese lugar, ese era el secreto de su amistad: respetaban sus mutuas intimidades.
Luego de un corto tiempo Alex le presentó a Raquel, y también se volvieron buenos amigos; compartían muchas actividades entre los tres. Cuando la “pareja feliz”, como él solía llamarlos, tenía algún problema solícito corría a prestar ayuda, a dar consejos, a tratar de que el mal humor se les pasara. Rápidamente se había ganado la confianza absoluta de Alexander y el aprecio de Raquel. Habían cortos periodos en los que Ernesto desaparecía del mapa y el sólo les decía que iba a visitar a su novia de toda la vida. Eso es todo lo que sabían de su vida, pero no les importaba. Era un buen amigo.
Pero ahora, eso es pasado. Alex encontró las cartas que Ernesto le escribía a Raquel. Aquel día, él estaba buscando un viejo libro que casi nunca leía, hasta que lo halló, pero dentro de sus páginas estaban guardadas las cartas que ella había recibido a espaldas suyas. Eran mensajes de amor firmados por Ernesto. ¿Qué cosas le habrá respondido ella? Eso creo que nunca se sabrá. Alexander destrozado se sentó en su viejo sillón, su único refugio en los momentos difíciles, con los ojos rojos de dolor, impotencia y decepción, esperó que ella vuelva del trabajo.
Cuando ella regresó a casa vio que él estaba sentado en el sillón del estudio, sabía muy bien que si Alex estaba sentado ahí era porque algo malo le estaba pasando, así que se le acercó por la espalda y le preguntó: “¿Qué tienes mi amor?” Habiendo dicho eso, Alexander Rabukov, el coronel más joven de la flota, el otrora hombre más feliz del mundo dejó caer sin decir nada unos papeles arrugados al piso del estudio, Raquel, al recogerlos, inmediatamente se dio cuenta de que se trataba el asunto, así que en silencio, fue a encerrarse en la habitación, aquel lugar donde tantas vivencias compartieron, donde tanto amor se dieron. Por unos minutos, que parecieron una eternidad, en la casa hubo un silencio sepulcral hasta que ella salió de la habitación con un par de maletas grandes y sin decir nada fue a la puerta del departamento y una vez ahí entre lágrimas le dijo:
-“Perdóname”- Y abandonó el hogar.
El resto es ya historia conocida. Y llovía…

(continuará...)



Say no more!

miércoles, diciembre 14, 2005

I'll be there


Sí, lo sé. Tiene cura y todo lo demás. Pero igual es una notica muy dura para ti y para cualquiera que lo sufra. Como te dije ayer. Aquí estamos tus amigos que, entre joda y joda, queremos lo mejor para ti. No dejes de ir a tus sesiones que por ahora dependerás de eso. Tienes derecho a sentirte triste, derecho a temer; pero NO tienes derecho a dejarte caer por eso. Que este trance te de fuerza; mucha fuerza. Que aquí, estaremos para apoyarte. Just be strong!
Hay gente que parece tener sólo mierda en el cerebro que lo minimiza... ojalá no les pase eso.

Un pequeño off topic: NO TENGAS LA OSADÍA DE COMPARARME PORQUE YO NO LO HAGO YA QUE SI COMIENZO A HACERLO PIERDES Y CON ROCHE. No, no las mete a su casa... ¡Se las lleva a hostales!
otra vez lo digo y lo redigo... ¡qué pena!


say no more.

martes, diciembre 13, 2005

COMPRO Y VENDO

Compro un alma que quiera caminar conmigo.

Compro un instante de sueños completos con finales felices.

Compro verdades que no me duelan.

Compro mi vida a partir desde mi nacimiento, con la posibilidad de rehacerla.

Compro tiempo para hacer días de 60 horas.

Compro la muerte de todos mis enemigos... sólo para perdonarlos.

Compro amistades como las que tengo ahora. Invalorables.

Vendo un alma adolorida pero con Fe.

Vendo un cuerpo gastado, raído.

Vendo un corazón que aún palpita a pesar de los tiempos oscuros.

Vendo unos pulmones que han respirado naturaleza, vida y sangre.

Vendo retazos de proyectos inconclusos.

Vendo una persona que cree ser un mercachifle de su vida. Un vendedor y comprador de historias. De su historia.

extraido de la
  • Agenda de un loco razonable



  • say no more!

    sábado, diciembre 10, 2005

    Un diamante en el vacío III

    -Yo sé muy bien que tenía que hacerlo- pensaba Raquel en el vehículo que la transportaba lejos de su antiguo hogar- Ya no podía sostener esta mentira por más tiempo.
    La lluvia repiqueteaba fuertemente sobre el parabrisas del taxi y este activo el limpia parabrisas. Ella, sentada en la parte trasera del auto pedía perdón al ausente.
    -Lo siento mucho, pero ya no podía ocultarlo más- Entre sus manos tenía un manojo de cartas arrugadas, cartas que no eran de Alexander ni para Alexander-.

    -Nunca podré olvidar la expresión de sus ojos al encontrar estas cartas que tan bien había ocultado. Pero esta es mi naturaleza por más que haya querido cambiar. Lo siento, se presentó y no pude controlarlo. Lo sé, era amigo tuyo, espero que algún día puedas perdonarme… no creo que yo pueda hacerlo conmigo misma- continuaba pensado Raquel.

    Cada vez que re-leía esas cartas arrugadas y nada viejas Raquel dudaba si lo que hacía era lo correcto, dejar la paz por una experiencia nueva, desconocida y quizás tortuosa.
    La música ambiental del taxi le resultaba monótona y desconcertante, aunque pensaba que obraba bien, algo en el fondo (muy en el fondo) le decía que no lo era. Pero no, no le hizo caso a esa corazonada.
    -¿Qué estará haciendo Alex ahora? ¿Estará bien?- estas preguntas rondaban en su cabeza mientras se iba acercando a la casa del que alguna vez fuera amigo de la pareja y ahora es su “nuevo” amor, era una de las pocas casas de familia que quedaban en la gran ciudad plagada de edificios multifamiliares y con cientos de pisos.
    El vehículo se detiene intempestivamente, ella pone su dedo en la lectora para que le descarguen el importe del viaje de su cuenta personal, baja y saca las maletas del auto…
    Nadie la esperaba en la puerta.

    Se acercó lentamente y tocó el viejo timbre de lo que ella pensaba que sería su nuevo hogar esta no se abrió; a los cinco minutos la entrada se abrió automáticamente y ella entró totalmente empapada por la lluvia cargando sus maletas… nadie le ayudó.
    -Ya estoy aquí- dijo dejando las maletas en la sala del recibidor… el silencio le contestó
    -Él ya lo sabe todo, así que pienso que lo mejor fue venir aquí. Además, no tengo otro lugar donde estar… y aún nadie le contestaba.
    -¿Estas en casa? ¿Ernesto?
    -Hola- respondió una voz proveniente del gran sofá que estaba frente a la chimenea, de espaldas a la puerta- siempre tuve la impresión que todo se iba a saber tarde o temprano… ¿Qué dijo él?
    -No lo sé, no le di tiempo que me diga nada, cuando descubrió nuestras cartas simplemente cogí cuantas cosas pude y vine para acá, pero nunca en mi vida vi una mirada tan furibunda, decepcionada y amorosa a la vez en mi vida; no puedo negarlo. Me dio pena que lo descubra de esa manera, pero ya está hecho. Ahora estoy acá y eso es todo lo que debe importarnos mi amor.
    -Sí.- contestó una monótona voz.
    La puerta de la entrada principal se cerró, las luces se apagaron y al rato, quejidos apagados se escucharon fuera de la habitación.

    El día llegó…

    -Iré a trabajar mi amor, vengo a las 5 de la tarde- le dijo Raquel a Ernesto.
    -O.K.- este le contesto medio dormido…

    …………………………


    Los cuatro días pasaron para Alexander tan lento como una tortuga recorriendo los cien metros planos, hasta que llegó la hora de embarcarse en la Executor, se levantó de la cama con desgano total pensando “ya es tiempo”. Cogió su maleta, la cual no había ni siquiera abierto en estos días, recorrió los pasillos de la base con rumbo al trasbordador que lo iba a llevar a los astilleros en órbita “¿Por qué?” Pensaba mientras recorría el camino, al salir de los cuarteles subió a un transporte para ir a la zona de despegue, luego de un tiempo de viaje llegó a su destino. Era una nave nada fuera de lo común, capacidad para unos treinta pasajeros… y él seguía con la mirada perdida pensando en sabe Dios que. Una vez adentro se sentó en el último asiento de la cabina en el lado de la ventana, apoyó su cabeza contra la ventana y se quedo absorto en sus pensamientos; pero un tripulante de la nave se acercó y le dijo:
    -Señor, los oficiales van en la parte de adelante.
    Alexander seguía con la cabeza contra la ventana, no había escuchado a quien le hablaba.
    -Señor-volvió a repetir el sobrecargo- los oficiales van en la parte de adelante.
    Reaccionando ante la interrupción respondió parcamente:
    -Preferiría estar acá atrás por favor.
    -¿Está seguro coronel?-preguntó extrañado el joven.
    -Sí.
    -Como guste.
    Y se fue.
    Pasaron los minutos y el navío fue llenándose con los demás viajeros, caras indiferentes y anónimas entraban y se sentaban. Como casi siempre, los asientos traseros fueron los últimos en ocuparse hasta que de pronto el coronel Rabukov escuchó un “hola” que lo sacó de sus pensamientos, giró para ver a quién había osado extraerlo de ellos.
    Era una chica, pareciera que recién había salido de la academia, la cual no se había dado cuenta de las insignias de rango que Alexander tenía hasta que giró totalmente la cabeza.
    -Disculpe coronel, no vi sus distintivos, además que aquí no suelen sentarse los oficiales-dijo ella avergonzada pero esbozando una tímida sonrisa.
    “¡Esos ojos! ¡Son idénticos!” pensó él al verla.
    -Descuide cadete, a la próxima vez tenga más cuidado- y volvió su mirada a la nada.
    -Me llamo Miriam y no soy cadete, soy teniente- Le dijo sin darse cuenta que no era escuchada- esta es mi primera misión fuera de la tierra…
    Alexander la volvió a mirar y esos ojos de recuerdos lo aniquilaban…
    -Y espero hacerlo bien, me han destacado al Executor, bajo el mando del capitán Rabukov. Dicen que es uno de los mejores en misiones de combate e inteligencia de la flota, pero me parece raro porque escuche que ya se había retirado.
    Él sonrió y dijo:
    -Bueno. Él no es capitán, es coronel y sí, se retiró, pero ahora volvió al servicio activo.
    -¿Usted cree? ¿Pero no es algo mayorcito para este tipo de misiones?
    -¿Mayorcito? Creo que él no es tan viejo como usted cree, teniente-Alex le seguía el juego.
    -Bueno, como oí que se había retirado…
    -Se retiró porque quería asentarse y tener una vida más tranquila- le interrumpió.
    -Oh eso no lo sabía. A propósito, no me dijo su nombre.
    -Ah, mi nombre es Alexander, Alexander Rabukov.
    Luego de decir su nombre, vio como los ojos de Miriam se abrieron como platos y su rostro se puso de mil colores distintos hasta quedarse en el rojo.
    -¡Soy una tonta! ¿Cómo no me di cuenta?
    -Porque no soy tan “mayorcito” como pensó-dijo este tratando de calmarla.
    -Discúlpeme coronel, por favor.
    -No hay problema teniente…
    -Takamura, Miriam Takamura.
    -Bien, no hay problema teniente Takamura.
    -¿Y, cuál será su cargo en la Executor?-preguntó el coronel
    -¿Yo? Estoy destacada en ingeniería.-le respondió aun asustada- Pero dígame algo coronel ¿No es usted muy joven para tener el grado de Coronel?
    -Bueno, eso dicen siempre, pero aquí uno asciende por méritos y trayectoria, no por edad-dicho esto, le guiñó el ojo, gesto que calmó un poco a Miriam.
    -Gracias por el consejo señor- Y ella bajó la mirada y él volvió a meterse en su mundo.

    Luego de unos minutos el trasbordador comenzaba a moverse suavemente sobre la pista de aterrizaje. Los pasajeros comenzaron a ponerse los cinturones de seguridad, al cabo de un par de minutos la nave empezó a salir de la atmósfera, el cielo azul se fue convirtiendo en una oscura capa con puntos brillantes esparcidos por doquier. Y Alexander seguía absorto en el recuerdo de aquellos ojos ahora tan lejanos.
    Ya en órbita la nave enrumbo a los astilleros que estaban orbitando en la luna, camino a su misión, camino a su olvido. Con el paso de la nave, las estrellas iban pasando una a una a lo lejos; los recuerdos de las veces en que se pasaba horas sentado junto a la ventana del departamento mostrándole a Raquel los astros del universo visible y relatándole las aventuras de sus múltiples viajes a estas y ella, lo miraba con ojos aun más brillantes que las estrellas de las que él tanto hablaba, agolparon en su cabeza sus ojos, antes felices, comenzaron a humedecerse. Algo le dijo que voltee a otro lado, y así lo hizo y su mirada se chocó con la de Miriam que le miraba con curiosidad.
    “Justo los últimos que quería ver” pensó con frustración.
    -¿Está bien coronel?
    -Sí- contestó parcamente.
    -Permiso para hablar libremente coronel.
    -Concedido, además… todavía no estamos en la nave- dijo dibujando una desganada sonrisa.
    -En sus ojos se nota que no está bien coronel. No soy telépata, pero hay cosas para las que no se necesita ser eso para darse cuenta.
    -Asuntos personales, nada más-respondió de manera cortante.
    -Sé que estoy siendo muy entrometida, pero no me gusta ver triste a la gente.
    -Gracias por su preocupación teniente.
    -¿No preferiría hablar de eso?
    -No. Gracias- es todo lo que atinó a responder, sabía muy bien que si tocaba el tema, no hubiera podido controlarse y no es bueno mostrar signos de debilidad a los subalternos.
    -Bueno, cuando quiera hablar de lo que le pasa, sólo dígamelo.
    -Bien.

    Y el silencio embargó a la última fila del lado derecho del trasbordador en lo que quedó del viaje. Ella sacó un libro y él siguió contemplando las estrellas.

    Cuarenta minutos después la nave estaba acoplándose en el puerto del astillero. Todos comenzaron a pararse mientras Rabukov seguía mirando a través de la ventana hacia la nada, la teniente Takamura se levantó de su asiento y volteó a ver al coronel y con ojos de comprensión le dijo:
    -Nos vemos en la Executor coronel.
    Pero él no le contestó.

    Cuando todos ya se habían ido, Alexander pesadamente se levantó de su lugar y salió del trasbordador, su equipaje ya debería estar en su camarote en este momento.
    Desde las ventanas de la nave se podía ver al Executor anclado en una de las bahías esperando solitariamente a ser abordado. Era más grande de lo que se imaginó. Ese sería a partir de hoy, su nuevo hogar.

    Al cabo de unos minutos, el coronel Rabukov estaba entrando a su camarote, las maletas estaban ordenadamente puestas sobre su cama. La habitación estaba casi desnuda, así como quedó la antigua después de su partida: vacía, desnuda, sin recuerdos…
    “Todo lo que termina, termina mal” pensaba Alexander mientras sacaba la poca ropa que trajo, la iba colgando lentamente luego de olerla para sentir por última vez ese perfume que hasta hace unos días impregnaba su vida. Y la única foto que pudo guardar, se quedó en el fondo de la maleta.

    (continuará...)

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    p.d.: Feliz cumpleaños, cariño.

    viernes, diciembre 09, 2005

    Un diamante en el vacío II

    Una hora y media después ya había llegado a su destino. Pasó los controles de seguridad, se dirigió al baño para arreglarse un poco y no entrar a la oficina del general con cara de sueño, borrachera y dolor. Caminaba por un largo pasillo escoltado por dos guardias de seguridad, otros oficiales iban y venían apurados y con rostros adustos, cada uno con más prisa que el anterior. Cuando llegaron a la última puerta, que era un elevador, Rabukov entró sólo y se dirigió hasta el último piso. Al abrirse las portezuelas del ascensor la imagen de una amplia sala impacto a Alexander, dio un paso para entrar a la habitación rodeada de plantas exóticas traídas de los muchos viajes del general a través del espacio conocido, desde los amplios ventanales se podía divisar la ciudad a lo lejos; había obras de arte de las distintas culturas conocidas por el hombre, y una larga alfombra roja que trazaba el camino desde el elevador hasta el amplio escritorio de Carson.

    -Llegas temprano Alexander.
    Desde el fondo de la oficina se escucho la voz del general.
    -Señor, vine lo más temprano posible, señor.
    Fue su respuesta poniéndose en posición de saludo.
    -Acércate hijo.
    Sus pasos se hicieron más inseguros conforme se acercaba a la mesa del general, por un momento sintió ganas de volver a su antiguo hogar, pero recordó que ahora este estaba vacío, no de muebles sino de vida. A su mente vino el motivo por el cuál estaba ahora ahí y las dudas se fueron de su cabeza.

    -Es un gusto el volver a verlo general.
    -Ha pasado mucho tiempo desde que estuviste por última vez en esta oficina Alexander ¿Qué sucedió? Pensé que te ibas a retirar definitivamente.
    -Bueno general, ahora tengo mucho tiempo libre y nada que perder así que preferiría ocupar mi tiempo haciendo lo que mejor se hacer.
    -Bien, justo hay una nueva nave experimental que necesita un comandante pero esta no va a ser una misión fácil y es probable que no vuelvan, pero siéntate, que esto tomará algún rato.
    -¿En que consiste? Señor.
    -Primero te hablaré sobre la nave.
    -Entendido general.

    Los grandes ventanales de la gran habitación se tornaron cada vez más negros, hasta el punto de no dejar pasar la luz del sol, las luces de la habitación se prendieron automáticamente.

    -Bueno, la nave se llama USS Executor- diciendo esto una imagen se proyectó desde el escritorio mostrando los esquemas de la nave- tiene 320 metros de largo por 80 de ancho, tiene una capacidad para llevar 250 hombres pero para este encargo sólo podrán llevar 100, puede recorrer hasta 1 pársec por hora, esta dotada de motores cuánticos que le dan una producción de energía de 500 hexawats, el sistema de armas consta de 4 baterías de disruptores con un alcance de cincuenta mil kilómetros, tres lanzaderas de misiles antimateria, dos adelante y uno atrás, un generador de escudo de vibración variable y para finalizar con las armas te presentaré al nuevo juguete de la flota: el dispositivo de desfase, con esto podrán no solo ocultarse visualmente de los posibles peligros sino también, desaparecer de cualquier sistema de detección. Por lo demás, es como una nave común y corriente. Ah, me olvidaba, también cuenta con un yate para el capitán, tres transbordadores y cinco cazas para ataques furtivos y defensa externa con capacidad de vuelo orbital y atmosférico.
    -El armamento es sorprendente señor- contesto Alexander con cierto desgano.
    -Sí. Lo sé. Pero ahora viene lo interesante del asunto señor Rabukov. Fuentes de inteligencia han detectado movimientos sospechosos cerca del limite de la frontera con el cónclave de los Dell’tok pero no podemos enviar ninguna nave armada a esa zona por el tratado de paz; lo más sospechoso del asunto es que ahora las relaciones de nuestros gobiernos están en su mejor momento y no hay nada que haga pensar que planean hacer algo contra nosotros, pero no está de más enviar algún grupo que investigue.
    -Y ¿Ya han seleccionado a los demás tripulantes?
    -Sí. Los mejores en su campo y tú, si aceptas la misión. Viniste en buen momento, no tenía idea de a quien poner a cargo en esta misión.
    -Como le dije ayer general, ya nada me ata a este lugar, así que inclúyame en el equipo.
    -Está bien, desde este momento tu rango y tus derechos son restaurados. Pero tienes que saber que esta es una operación supersecreta y casi suicida, además que estarán incomunicados por todo el tiempo que dure la misión…
    -¿Y con quién me voy a comunicar?-interrumpió el ahora capitán con monótona voz.
    Carson lo miró con rostro serio pero como entendiendo lo que pasaba, ellos siempre tuvieron una relación muy parecida a la de padre-hijo así que explicar motivo de su interrupción salió sobrando.
    -Bueno, como esta no es una incursión militar oficial tus hombres no van a llevar armaduras de combate, aunque sí armas de mediano y pequeño calibre además de los nuevos trajes de camuflaje táctico, pero eso te lo mostrará tu jefe de seguridad en su momento.
    -Entendido general ¿Para cuándo esta proyectado el inicio de la operación?
    -A la nave están realizándole las últimas pruebas antes de botarla de los astilleros, así que en un máximo de cuatro días estarán partiendo; tienes cuatro días para arreglar tus asuntos.
    -No tengo nada que arreglar señor.
    -Bien Alex, entonces nos veremos en cuatro días.
    -Entendido, señor.

    Y el coronel Alexander Rabukov salió de la oficina…

    (continuará)

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    miércoles, diciembre 07, 2005

    Un pequeño proyecto literario...

    Esta es una novela que estuve escribiendo desde hace meses... ya había avanzado mucho, pero ¡juás! me robaron la compu y la perdí casi en su totalidad. Sólo me quedó reconstruirla al máximo, una pequeña space ópera que ya va 14 hojas (de las 50 que tenía) la subiré poco a poco, para que no se aburran. Y a los piratas... mala suerte, ya está registrado.




    Un diamante en el vacío.

    Por Julio César Barducci de la Torre Ugarte.


    El transporte comenzó a alejarse del edificio, sólo le quedaba observar toda la escena desde la ventana, empañada por la lluvia, del viejo salón. A la distancia lo único que podía divisar eran las luces traseras… ya no había nada por hacer, ya no quedaba nada que le ate a ese lugar. Rabukov dio media vuelta y se dirigió al estudio, cogió una botella de Borbón para luego desplomarse sobre su sillón, el único refugio que suele tener en los momentos difíciles, bebió un sorbo y dijo:

    -¡Música!

    -Especifique estilo- contestó una monótona voz femenina

    -¡El que sea!

    -Estilo no especificado-repitió la aburrida voz-.

    -¡Vete a la mierda!- dijo Alexander con la voz entrecortada.

    Media botella después yacía inconciente en el sillón con la música a todo volumen; al rato recobró la conciencia. Ya sólo quedaba una cosa por hacer, no había ya motivos para estar en este mundo así que hizo lo que tenia que hacer…

    -Comunícame con el general Carson.

    La imagen del general, ya entrado en años y con una severa calvicie apareció en la pantalla que se desplegó en la pared. Tenía la apariencia de un abuelito bonachón, pero era uno de los más rudos, temidos y respetados oficiales del cuadrante.

    -¡Ah! Alexander, que bueno saber de ti, pensé que te habías retirado definitivamente- dijo el general.

    -Sí. Pero ya no. Un poco de actividad no me caería mal, así que soy materia dispuesta. Usted ordene y haré lo posible por cumplir.

    -Muy bien Rabukov. Lo espero en mi oficina mañana a las novecientas horas.

    -Bien general, ahí estaré.

    La pantalla desapareció de la misma forma en que se mostró en la pared, Alexander volvió a coger la botella de Borbón que tenia a la mitad. Más calmado pidió música.

    -Programe “The grass is blue”.

    - ¿Intérprete?- respondió la monótona voz.

    - Ehhhh… Dolly Parton.

    Las suaves notas del viejísimo bluegrass inundaron todo el departamento. Lo que le hizo beber con más avidez y volver a tumbarse en el viejo sillón y tomar un largo trago del viejo whisky que alguna vez su padre le regaló cuando fue aceptado en la academia. Ya nada me ata a este lugar- pensó con tristeza. Cada vez que cerraba los ojos veía como el vehiculo donde ella estaba se alejaba lentamente.

    -Al diablo- pensaba de manera constante. Pero igual. Una partida siempre duele, deseada o no… siempre duele.

    El tiempo pasó lento e inexorable, la música se repetía una y otra vez y el recuerdo se hacía más fuerte y el corazón latía con menos intensidad al pasar los minutos. Poco a poco Alexander fue perdiendo la conciencia. La botella cayó sobre el piso derramando las últimas gotas de licor que quedaban en ella.

    Al abrir los ojos recordó su conversación con el general.

    -Hora.

    -Son las cinco horas con cincuenta y tres minutos y…

    -Suficiente-respondió usando una voz tan o más monótona que la usada por la computadora del departamento

    -¡Dios! Tengo demasiado tiempo libre y tan poco que hacer, creo que mejor será que empiece con los preparativos.

    Comenzó dando un paseo por todo el departamento, observándolo como si se estuviera despidiendo de el. Entró a la recámara, al ver las sábanas revueltas sintió el impulso de acercarse, el perfume de la ausencia aun inundaba la ahora solitaria y callada habitación, tantos recuerdos y sonidos acumulados en ella y pronto tendría que abandonarla, el nudo de su garganta comenzó a hacerse cada vez mas grande, las grises paredes antes inundadas de cuadros y fotografías ahora se encontraban desnudas. Alexander nunca sintió frío en la habitación, pero ahora sí; él sabía que aquella sensación no era física, provenía de la soledad, tratando de poner su mente en blanco, se dirigió al closet a sacar algunas maletas y comenzar a guardar algunas cosas pero nada que le pueda hacer recordar su vida pasada –sólo la única fotografía que pudo conservar- , esa vida que ya esta por terminar. Ese olor se infiltraba por su nariz y los recuerdos se hacían cada vez mas intensos “¿Cómo pudo?” pregunta que taladraba en su cabeza.

    Lentamente sacó su uniforme, ya había pasado buen tiempo desde la última vez que lo usó y aún le quedaba, lo cual le arrancó una sonrisa desganada, pero sonrisa al fin.

    Tanto tiempo de convivencia afectó su independencia, tan atesorada por él desde muy joven. Ahora la tiene de nuevo, y no la quería de vuelta…

    Ya es casi es la hora de partir a la oficina del general y de ahí, quedarse de manera definitiva en la base. Estos eran sus últimos minutos en ese departamento, tantos recuerdos, tantos olores, tantos sonidos, tanto amor; y ahora estaba poco menos que vacío. Alexander cogió sus maletas y se dirigió a la puerta. Ya en el umbral giro la cabeza lentamente y pudo ver la imagen de ellos haciendo su vida cotidiana juntos, dio el último suspiro y cerró la puerta de un golpe.

    Caminaba por última vez por los pasillos del edificio al que alguna vez llamara hogar, sin ver a nada, sin ver a nadie. Mirar atrás ya no le servirá. Ya sentado en el auto un aroma familiar saturó su nariz y por reflejo volteó a ver el asiento trasero… vacío. Por una centésima de segundo pensó que ella estaba atrás, esperándolo.

    Condujo por más o menos dos horas a través de la carretera hasta la base donde tenía que reportarse, el paisaje era monótono. Desierto y más desierto por todos lados, el sueño, el aburrimiento, la tristeza y la botella de whisky estaban haciendo su efecto así que conectó el piloto automático de su vehículo y se recostó a dormir un rato.


    (Continuará...)

    Críticas, comentarios... siempre presto a leerlos para mejorar.

    say no more!

    domingo, diciembre 04, 2005

    Y es que esta esto lo dice todo... siempre lo supe. Estar abajo, con los amigos y al ver un taxi sobreparar... levantar la mirada con la esperanza de ver ese rostro bajar de ah�. Claro, s� muy bien que eso no va a pasar; pero de pan no s�lo vive el hombre. Y es que ahora, como dice la canci�n, La cara vista es un anuncio de "Signal" y la cara oculta es... es... bah, creo que ya est� dem�s decirlo porque es obvio, pero as� est�n las cosas, aunque sepa que es lo mejor... igual duele, igual extra�o... tanto o m�s que antes. Ojal� alg�n d�a, esa faz vuelva a bajar de un taxi detenido frente a mi casa y sonriendo... toque mi puerta... y mi vida.

    say no more

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    sábado, diciembre 03, 2005

    Como te hago entender que a nadie extraño más
    que nada me hace falta más que tu presencia
    que nada me lastima como lo hace tu ausencia
    como te hago entender que a nadie extraño más

    Como te hago entender que mi vida sin ti
    es solamente tiempo que pasa sin ti
    como te hago entender que me faltas como el aire
    como el agua, para vivir

    Como te hago entender este sabor amargo,
    sabor de derrota que crece en mi boca
    cuando tú no estás
    como te hago entender que se me rompe el alma y no puedo evitarlo
    cuando tú te marchas, cuando no sé de ti

    como te hago entender que es más fuerte que yo
    que no quise de ti enamorarme
    como te hago entender que me faltas como el aire
    como el agua para vivir, como te hago entender

    como te hago entender este sabor amargo,
    sabor de derrota que crece en mi boca
    cuando tú no estás
    como te hago entender que se me rompe el alma y no puedo evitarlo
    cuando tú te marchas, cuando no sé de ti

    como te hago entender, como te hago entender


    say no more...

    El título se quedó olvidado en un vaso de whisky barato.

    En estos días, sólo quería sonreir, olvidar, perdonar... reiniciar. No se pudo y como dice una canción de Aterciopelados: "si no se pudo... pues, no se pudo" ¡Cómo jode tratar y no poder! Pero, como un cebiche solía decir: "un tango se baila entre dos". Mi casa esta hecha mierda otra vez... sólo queda volverla a arreglar, limpiarla y abrir la puerta, para que se vaya rápido o para que decida quedarse y la cierre ¡Por qué te echaste esa vez, conmigo, teniendo la oportunidad de irte! creí que no volverías a partir, pero mi mayor temor fue justo lo que pasó... por algo será dice mi mejor amigo... dice que si yo soy feliz, él también lo será, sin importar como ni con quien. Pero no se dió. La pena me embarga, mucha pena abrigo esta noche. Pero sé que es lo mejor para mi; aunque haya mucho alcohol en mi cerebro... ya he vuelto a tomar a diario... y eso no me gusta, pero es el único escape que tengo... y sí. Lo sé, es la salida del cobarde; pero, por ahora no tengo otra porque muero de miedo a lo que vendrá. Después de 8 meses vuelvo a tomar, tan o más seguido que antes y en mayor cantidad y en la misma puta soledad. Otra cajetilla completa de puchos al día; mucho, pero mucho bluegrass y blues... y es que eso es lo único que tengo para olvidar o, al menos, para tratar de hacerlo.
    Te vas lejos a curarte, cuando el hospital está a 20 minutos en taxi, con muchos cuidados, excesivo calor humano y bastante dedicación absoluta. Si de repente cargas ese "encargo"... ven aquí que, aunque estaré asustado, estaré feliz, porque será una oportunidad más que la vida nos diera. Ya hice mi despedida; patética o triunfal... no lo sé. En este momento sólo quiero una bala en mi cerebro para sacar las memorias de aquí. Pero no lo haré por un par de simples razones: Mañana estaré bien (ojalá) y la otra es que la esperanza es lo último que muere, aunque todo indique que no deba albergarlas... estas son las últimas en salir, junto con los recuerdos. Yo sólo quería ser feliz otra vez, pero terminé más miserable y no fue por culpa de nadie. Sólo mía, aunque alegue que ese rostro del ayer no debió volver a aparecer (y aún lo pienso) hasta estar seguro de lo que en su corazón vivía. Y es que los deseos siempre se cumplen. Lo malo es que también... siempre se revierten.

    Y es que simplemente se fue o dejé que se vaya... o la boté. No lo sé. Sólo sé que un gran vacío dejó y aún no lo puedo creer. "Hola soledad, no me extraña tu presencia", suena un viejo bolero cantinero ¡Pero como jode! Uno que vuelve a abrir la puerta de su hogar y lo primero que hacen es desmadre...¡Carajo!¡Hay mucho que limpiar! y, otra vez, tendré que reparar los daños solo. No. Mi corazón no cree haber merecido esto, pero mi cerebro sí. Y es que yo dejé que todo esto pasara. Ahora estoy temblando de pena, miedo, incertidumbre. Me veo a mi mismo en un rincón oscuro, en posición fetal, abrazándome a mi mismo, tratando de sanar.

    Quizás nunca más nos volvamos a cruzar. Pero, desde aquí, una (quizás) última lágrima cae y te acompaña en esta noche, aunque no lo sepas... aunque quizás no te importe se despide de ti (no sé si definitivamente o no). Dijiste que no escriba lo que me pasa en este medio... pero esto es lo único que tengo para desfogar. Unos botamos las penas gritándolo al mundo, otros se las guardan. No sabes como desearía estar a tu lado en este momento, pero sé que no es posible y quizás no lo sea más.

    Sólo puedo desearte lo mejor con mi corazoncito roto y mis deseos vueltos contra mi...

    Me cuesta tanto olvidarte

    Entre el cielo y el suelo hay algo
    con tendencia a quedarse calvo
    de tanto recordar

    Y ese algo que soy yo mismo
    es un cuadro de bifrontismo
    que solo da una faz

    La cara vista es un anuncio de signal
    la cara oculta es la resulta
    de mi idea genial de echarte
    me cuesta tanto olvidarte
    me cuesta tanto

    Olvidarte me cuesta tanto
    olvidar quince mil encantos
    es mucha sensatez

    Y no sé si seré sensato
    lo que se es que me cuesta un rato hacer
    cosas sin querer

    Y aunque fui yo quien decidio que ya no más
    y no me canse de jurarte
    que no habrá segunda parte
    me cuesta tanto olvidarte
    me cuesta tanto olvidarte
    me cuesta tanto...

    Y aunque fuí yo quien decidió que ya no más...

    say no more.