miércoles, julio 27, 2005

“La verdad sobre el patito feo”


Recuerdo que mi mamá solía contarme la historia del patito feo, ese al que nadie quería y al crecer, se convirtió en un gran y hermoso cisne. Pero ¿Alguien se ha puesto a pensar como tomó ese nuevo cisne su nueva popularidad? ¿En qué afectó ese drástico cambio en él? ¿Alguien alguna vez supo la historia completa? Pues, yo sí la sé y aquí, continuando con mi vieja tradición familiar, paso a relatarles las partes no conocidas de aquella historia:

Casi nadie sabe que aquel patito tenía un único amigo, tan o más feo que él e igualmente discriminado; era un sapito, cuyo nombre ya no viene al caso, pero fue quien cariño y aceptación le dio cuando el patito creía que nadie lo querría nunca por ser tan feo. Juntos caminaban a orillas del lago, nadaban un rato y al caer la tarde cada quien iba a su casa a esperar el nuevo día para juntos volver a jugar y así, en su mutua fealdad, eran felices.

Y los días transcurrían de la misma forma, monótona dirán algunos, tranquila dirán otros. Hasta que el feo patito creció y ante todos se mostró como un gran y hermoso cisne, todos lo miraban con admiración, sorpresa y envidia, mientras su viejo amigo, el sapito, lo hacía con orgullo “¡Él es mi amigo!” proclamaba feliz, contento por la felicidad del nuevo aspecto de su amigo el ex patito, pero nadie le hacía caso y lo veían con lástima. Hasta que, armado de valor, aquel sapito fiel y leal se abrió paso entre la multitud de animales para llegar al lado su estimado amigo y compartir su felicidad así como tiempo atrás compartieron tristezas; luego de mucho esfuerzo logró colocarse justo en frente de su, hasta entonces, incondicional. Y, lleno de júbilo, comenzó a croar saltando a su alrededor “¡Patito! ¡Patito! ¡Soy feliz por ti! ¡Compañero, vamos al lago a celebrar tu nueva belleza!” todos los demás volvieron la mirada a aquella cosa babosa y verde que brincaba junto al cisne; este volteó a ver al pequeño sapito con rostro indolente y le respondió con voz de trueno: “Yo soy un cisne y ya no puedo estar con algo como tú”. Dicho esto, desplegó sus grandes y blancas alas para alzar el vuelo apresurado para reunirse con los otros cisnes que estaban esperando. El sapito, con el corazón roto, silenciosamente dio media vuelta y se perdió en el lago. Después de ese día, nadie volvió a ver a ese feo pero fiel amigo, aunque aun se escucha un croar lastimero. Pero, seguro se preguntarán ¿Qué le pasó al cisne desleal? Pues, como sabrán, todo daño causado es cobrado por la vida. Y la bella ave ahora vive encerrada en el Parque de las Leyendas con los demás cisnes que fueron como él, por que los desleales nunca viven felices para siempre.

¡SAY NO MORE!

1 Comments:

Blogger D for disaster said...

Ni George Orwell lo hubiera escrito mejor...

2:56 p. m.  

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